SAN PEDRO SULA
Paralizada en casi su totalidad se vio ayer la ciudad debido a que la industria, el comercio y las empresas suspendieron sus actividades.
Por la urbe, esporádicamente circulaba unidades del transporte urbano que en su interior solo transportaban unos cinco pasajeros. Los puntos y paradas de buses estaban desolados.
La gran terminal del transporte parecía un cementerio, eventualmente llegaba hasta la edificación buses urbanos con pocas pasajeros ya que el servicio para la zona central, occidente y el departamento de Atlántida fue suspendido por las empresas que cubren dichas rutas.
También en los centros comerciales la mayoría de los propietarios de las tiendas y restaurantes optaron por cerrar sus negocios. Sólo se veían los guardias de seguridad.
En los populosos mercados de Medina - Concepción el 75 por ciento de puestos instalados en la sesta calle, entre la 2 y 3 avenidas y otras arterias cercanas cerraron al público.
Tan notoria era la ausencia de personas que ni los mendigos, parapléjicos, no videntes y ancianos que solicitan una dádiva en los semáforos o en puntos claves de algunas calles y avenidas llegaron a esos lugares.
Paralizada en casi su totalidad se vio ayer la ciudad debido a que la industria, el comercio y las empresas suspendieron sus actividades.
Por la urbe, esporádicamente circulaba unidades del transporte urbano que en su interior solo transportaban unos cinco pasajeros. Los puntos y paradas de buses estaban desolados.
La gran terminal del transporte parecía un cementerio, eventualmente llegaba hasta la edificación buses urbanos con pocas pasajeros ya que el servicio para la zona central, occidente y el departamento de Atlántida fue suspendido por las empresas que cubren dichas rutas.
También en los centros comerciales la mayoría de los propietarios de las tiendas y restaurantes optaron por cerrar sus negocios. Sólo se veían los guardias de seguridad.
En los populosos mercados de Medina - Concepción el 75 por ciento de puestos instalados en la sesta calle, entre la 2 y 3 avenidas y otras arterias cercanas cerraron al público.
Tan notoria era la ausencia de personas que ni los mendigos, parapléjicos, no videntes y ancianos que solicitan una dádiva en los semáforos o en puntos claves de algunas calles y avenidas llegaron a esos lugares.
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